Cada tarde me daba unos lotes de mirar a mi vecina alucinantes. La tía se iba a la piscina de su jardín que lindaba con el mío y se ponía en bolas a tomar el sol, cosa que a mí me ponía a cien porque la chica está de muerte. Lo alucinante es que una tarde me invitó a que la acompañara, y cuando estuve a su lado la tía me bajó el bañador y me hizo una mamada que tardaré mucho tiempo en olvidar.
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